Estres en ninos de 6 a 12 anos

Si no se controla, el estrés a largo plazo puede contribuir a una larga lista de problemas de salud física y mental. El estrés prolongado puede provocar hipertensión, debilitar el sistema inmunitario y contribuir a enfermedades como la obesidad y las cardiopatías. También puede conducir a problemas de salud mental como la ansiedad y la depresión -trastornos que son cada vez más comunes en los jóvenes.

En un estudio de 2018, los investigadores analizaron los datos de la Encuesta Nacional de Salud Mental y encontraron que las tasas de ansiedad y depresión habían aumentado en los niños de 6 a 17 años, del 5,4% en 2003 al 8,4% en 2011-12. El estrés en los jóvenes no siempre se parece al de los adultos. Pero, al igual que los adultos, los niños y los adolescentes pueden encontrar formas saludables de afrontarlo.

Juntos, los jóvenes y sus padres pueden aprender a detectar los signos de exceso de estrés y, con las herramientas adecuadas, gestionarlo. Para los niños pequeños, la tensión en casa es una fuente común de estrés. Los niños pueden estar preocupados por la discordia familiar o el divorcio, por ejemplo.

Los grandes cambios en la vida, como un nuevo padrastro o una nueva casa, también pueden ser duros para un niño. Esto es cierto incluso cuando los cambios son felices, como la llegada de un nuevo hermano. Los niños, los adolescentes y los adultos experimentan estrés.

El estrés puede ser una fuerza positiva que da energía extra cuando se necesita. Pero, su respuesta al estrés también puede tener efectos negativos causando discusiones familiares, impidiendo que los niños/adolescentes de 12 años tomen riesgos importantes y necesarios, e incluso creando síntomas físicos como dolores de cabeza y de estómago. Como padre o madre o como persona que ejerce la función de padre o madre, usted desempeña un papel esencial en el éxito de su hijo/adolescente.

Ayudar a su hijo/adolescente a aprender a gestionar el estrés es una habilidad importante que utilizará a lo largo de su vida. Los niños/adolescentes de 11 a 14 años están en el proceso de aprender a manejar sus fuertes sentimientos, entender el aumento de las expectativas que se tienen de ellos en casa, hacer amistades e intentar cumplir con los estándares de rendimiento académico. Todas estas nuevas experiencias pueden causar estrés, y este estrés es normal.

Pero la forma en que aprenden a manejarlo puede hacer avanzar su desarrollo o perjudicarlo. Y tu apoyo y orientación son muy importantes. Si notas alguno de los síntomas físicos, conductuales o emocionales del estrés, tómate un minuto para considerar qué puede estar causando estas reacciones.

El estrés en los niños suele estar provocado por cambios vitales importantes, tanto positivos, como el inicio de un nuevo curso, como negativos, como la agitación familiar o el acoso escolar. Para ayudarle a detectar las posibles causas, hemos enumerado las tensiones familiares, académicas y sociales más comunes que pueden experimentar los niños de todas las edades. Mientras lee, recuerde que todos los niños son únicos en cuanto a lo que encuentran estresante.

Los niños más pequeños, los preadolescentes y los adolescentes reaccionan de forma diferente a los desencadenantes de su entorno. Así, un incidente que causa estrés a un niño de 8 años puede no molestar a su hermana de 15. Por último, no presione a su hijo para que le diga inmediatamente lo que le pasa.

Si se siente asustado o ansioso, puede tardar más en confiar en ti. Recuerda ser siempre cariñoso y paciente, y permite a tu hijo hablar abiertamente cuando esté preparado. En el caso de los niños más pequeños, es posible que realmente no sepan o no entiendan por qué se sienten estresados.

En estos casos, considere la posibilidad de hablar con su profesor o con un mentor juvenil extraescolar si no es capaz de identificar un factor de estrés en la vida de su hijo. Por un lado, un importante conjunto de investigaciones sugiere que el cortisol elevado -especialmente por la mañana- se relaciona tanto con las adversidades de la primera infancia como con los problemas de comportamiento durante el período preescolar y posterior. La exposición del niño a acontecimientos vitales negativos y la percepción de un cuidado parental de baja calidad se han relacionado con niveles elevados de cortisol matutino Cutuli, Wiik, Herbers, Gunnar y Masten, 2010; Engert, Efanov, Dedovic, Dagher y Pruessner, 2011; Gustaffson y otros, 2010.

A su vez, el cortisol matutino elevado se ha caracterizado como un marcador de vulnerabilidad de rasgo para la depresión, relacionado con la historia de depresión de los padres y tanto de forma concurrente como prospectiva con la depresión del niño/adolescente Dougherty, Klein, Olino, Dyson, & Rose, 2009; Halligan, Herbert, Goodyer, & Murray, 2004; Goodyer, Herbert, Tamplin, & Altham, 2000. Entre los niños maltratados específicamente, los problemas de interiorización también se han relacionado con el hipercortisolismo Cicchetti & Rogosch, 2001. Se cree que el cortisol elevado prepara al cerebro para las reacciones de amenaza y ansiedad, tanto a través de los efectos directos sobre los receptores de corticoides como de los efectos indirectos sobre otros neurotransmisores Bremner & Vermetten, 2001.

Esto significa que los niños con un alto nivel de cortisol pueden tener un umbral más bajo para la excitación relacionada con el estrés, lo que les lleva a retirarse de situaciones potencialmente estresantes y a mostrar más características de interiorización, por ejemplo, Scerbo y Kolko, 1994; Schmidt et al., 1997. En resumen, hay pruebas de un conjunto de vínculos entre la exposición temprana a condiciones familiares estresantes y el cortisol matutino elevado y la internalización.